El sexo es en general un tema tabú, y en los cómics lo es especialmente, quizá porque sobre todo en otras épocas el cómic se dirigía a un público infantil y juvenil mayoritariamente. Es cierto que los contenidos de tipo sexual se prodigaron en los años 60 y 70 tanto en Europa como en el cómic underground americano, e incluso Marvel y Dc crearon sus propias líneas más adultas (libres del Comics Code) en las que se publicaban cómics en los que el sexo aparecía de forma más explícita. Sin embargo, pocos son los autores que han reflexionado o han transmitido en su obra una concepción personal sobre esta temática.Alan Moore ha sido sin duda uno de ellos, y a lo largo de toda su producción podemos observar referencias muy relevantes al sexo, por lo que es un error pensar que Lost Girls es una obra semipornográfica que está alejada y al margen del conjunto de la obra del genial guionista de Northampton.
Moore siempre ha querido romper con todo tipo de tabúes de tipo sexual, así en Ritos de Primavera (Swamp Thing nº34) vemos la orgásmica comunión entre una mujer (Abigail) y el monstruo de la ciénaga Swamp Thing, que ni siquiera es humano, sino que es un monstruoso ser-planta. La bella y el monstruo comparten una relación psicodélico-sexual en la que cada uno de ellos abandona su individualidad para pasar a formar parte de una nueva amalgama humano/vegetal. En este sentido, Moore nos muestra una aberración sexual de una forma natural y bella, trascendiendo a la mera relación placentera, y dándole un significado cuasimístico.
De esta manera es totalmente clarificador el número 10 de Promethea titulado Sexo, Estrellas y Serpientes en el que se nos muestra una relación erótica llena de misticismo gnóstico entre Promethea y Jack Faust, en la que el anciano mago enseña a su joven pupila las técnicas mágicas del sexo tántrico guiándole por los senderos de un conocimiento que supera lo mundano. El sexo aparece como una forma de comunión mística teniendo un significado iniciático. De todas formas la complejidad de este cómic merecería un análisis más extenso y riguroso de lo que permite esta breve referencia.
En el tomo 2 de Lost Girls, Alan Moore rompe con todo tipo de tabúes de tipo sexual, mostrándonos relaciones homosexuales, lesbiánicas e incluso entre menores. La relación sexual que se produce entre el marido de Wendy y Bauer no está exenta de ese componente iniciático mencionado anteriormente a través del cual el que es guiado por los caminos inexplorados del sexo descubre una nueva forma de ver la vida. De hecho, las experiencias que comparten las tres protagonistas (Alicia, Dorothy y Wendy) suponen el paso de la niñez a la edad adulta a través del descubrimiento del sexo. La sexualidad supondría ese portal por el que una vez que se traspasa se deja atrás la infancia para descubrir los misterios de la vida adulta.
Para Alan Moore, el sexo en sus distintas versiones es una acto de comunión con la naturaleza, de adquisición de experiencias, de desarrollo espiritual. Así, en el último capítulo del tomo segundo de Lost Girls, las tres protagonistas realizan el acto sexual en armonía con la naturaleza que las rodea, transformándose en un uróboros, es decir en una serpiente que se devora a sí misma, simbolizando la unidad tanto material como espiritual de las tres mujeres, representando el tiempo y la continuidad de la vida. Todo ello contrasta con las viñetas que se desarrollan en la parte inferior de las páginas de este capítulo en donde se nos narran los hechos que darán lugar a la Primera Guerra Mundial. El sexo entre mujeres, considerado tabú por nuestra sociedad resulta en este caso purificador y positivo, mucho más que los juegos de poder que lamentablemente desembocan en sangrientos conflictos bélicos.
Esta obra maestra, un poema épico en prosa, es una apasionada carta que narra líricamente la historia del amor entre personas del mismo sexo.
El autor, Alan Moore, conduce al lector en un fascinante viaje, desde la prehistoria a la actualidad, que intenta dejar al descubierto la cara oculta de occidente a través de las pasiones de algunos de sus más grandes creadores. “El espejo del amor” es un intento de comprender por qué la cultura gay ha conseguido sobrevivir y florecer, a pesar de siglos de persecución.
Esta edición del poema cuenta con la ilustración de las fotografías de José Villarrubia, quien ha colaborado anteriormente con Moore en la galardonada serie “Promethea” y en su novela “Voice of the FIRE”. También incluye un prólogo del novelista Robert Rodi y una introducción del dramaturgo David Drake, ganador de un premio OBIE, así como un índice de los personajes históricos citados en la obra, una bibliografía escogida y una pequeña antología de clásicos de la poesía amorosa escritos por Safo, Miguel Ángel, Emily Dickinson y Wilfred Owen